lunes, 10 de octubre de 2011

10. Diata.

Las Diatas son una mezcla de diablillos y ratas. Son básicamente ratas gigantes que caminan en sus patas traseras, con cuernos y enormes garras y dientes, cola de diablillo y pelaje rojo.
     Muchos desconocen cuál fue el verdadero inicio de las Diatas, así que yo lo voy a explicar aquí. Hay un sector del limbo llamado R4 que ahora está habitado casi por puras Diatas pero originalmente lo habitaban solamente diablillos. No se le permitía la entrada a los muertos. Ese sector era famoso por que se habían encontrado ratas vagando por él, lo que era de lo más extraño, considerando que en el infierno no hay animales.
     También fue ese el sector elegido para llevar a cabo una investigación secreta por parte de los muertos, tratando de mezclar ADN de diablillo con el de nosotros con el fin de ser lo suficientemente fuertes como para revelarse. Consiguieron a un par de “voluntarios”, y el experimento iba bastante bien, pero las instalaciones fueron atacadas por ratas. Hubo dos errores garrafales causados por ellas: Primero, ADN de rata se mezcló con el de diablillo, (Fíjate que si hubieran ocupado ese ADN, ahora habría hombres-diata.) y segundo, una rata rompió el tanque donde se contenía.
     El ADN que había en el tanque estaba diseñado para infectar a las personas como un virus, modificando el trabajo de cada célula para así poder transformarse en semi-diablillos. El ADN fue liberado en el aire del sector R4, donde solo había diablillos, y todos comenzaron a transformarse en diatas. Los humanos se percataron del error y tomaron medidas de protección, y luego simplemente huyeron. (Aunque cuenta la leyenda de que si existe un hombre-diata que ahora lucha contra el crimen.) Las diatas encontraron el laboratorio y ahora persiguen a quienes trabajaron en el proyecto.
    Esta diata que entro cumplía el perfil de la diata común, aunque hay que destacar que medía como dos metros y en general era muy grande.
    Al darse cuenta todos de lo que ocurría se quedaron callados. La diata caminó hasta el centro del bar y miró a su alrededor… hasta que me vio.
   -¡Por fin te encuentro, maldito! – Gritó.
    Y corrió hacia mí, lanzándome un gran zarpazo que casi no alcanzo a esquivar. Lisa y Nacho se escabulleron rápidamente, pero yo me quede ahí. La gente del bar acudió a ayudarme e intentaron inmovilizar a la diata, pero simplemente los empujó lejos con un giro, estrellándolos contra mesas y sillas. Obviamente nadie aquí podría detenerla. Iyiring quizá, pero en ese momento no estaba ahí.
    La diata tenía un tridente. Los tridentes solo pueden ser activados por diablillos (Y por diatas, al tener su ADN), y están reservados a los guardias y prohibidos al resto (Digamos que son como armas de fuego ahí en la tierra). Esta diata había conseguido uno. Tienen un montón de poderes; ahora se disponía a incendiarme a mí, junto con todo el local.
   Vi cómo se encendía fuego en las tres puntas del tridente, y corrí fuera de Ishmail’s para salvar el lugar, mientras el cantinero se retorcía detrás de la barra. Pero la diata no me siguió. Comprendió mi intención, y decidió simplemente quemar el lugar incluso sin mí.
   Las llamas de su tridente se hacían cada vez más grandes y ya se disponía a lanzarlas contra las mesas, sillas y demás objetos inflamables, mientras Ishmail se preguntaba que rayos debía hacer para salvar su negocio. Entonces, con un rápido movimiento, Nacho pudo quitarle el tridente de la garra y lanzarlo por la puerta hacia la calle.
    Ahora el local no se iba a incendiar, pero no por eso la diata era menos amenazante. Seguía siendo una rata gigante de dos metros con enormes garras y cuernos, y dientes capaces de cortar a través del concreto, además de una piel muy resistente y una cola que funcionaba como un látigo con un cuchillo en la punta.
    Y ahora le tocaba a Nacho sufrir sus arremetidas. La diata tiro dos zarpazos que Nacho esquivo hábilmente. Luego utilizó una silla para protegerse de un mordisco. La silla quedo reducida a pedazos. Un veloz coletazo que no habrá durado más de medio segundo hirió a Nacho en el brazo, que de milagro alcanzo a proteger su cara.
    En el infierno hay un sistema bastante complicado de recuperación. Como ya estamos muertos, no deberíamos poder sentir dolor al no tener cuerpos, pero si sentimos, porque o sino en el infierno no se podría torturar a nadie. Cuando nos hacen una herida, está sana en poco tiempo, aunque depende de la gravedad de la herida. Mientras más grave sea esta menos tiempo tarda en recuperarse. Es bastante contradictorio, pero asegura que heridas pequeñas dolerán por mucho tiempo, pero si a uno le cortan la cabeza, esta vuelve a pegarse al cuerpo  antes de que la espada o cuchillo termine de pasar completamente por el cuello. Esta herida que nacho había recibido era mediana, en unas horas habría de recuperarse sin ni siquiera necesitar vendaje, pero por ahora sangraba efusivamente. 
    Y la diata se preparaba para causar un poco más de daño, listo para cortarlo entero con sus colmillos, cuando entro volando Iyiring por la puerta y se tiró encima de ella. Iyiring justo venia llegando cuando me vio afuera, y había entrado para poder ser el héroe.
   Iyiring le clavo sus garras, pero su piel gruesa las resistió perfectamente. Se lo quitó de encima y lo tiró contra una mesa. Iba a morderlo, pero el diablillo aprovechó el hecho de que el si tiene extremidades y conectó con una patada recia a la mandíbula del animal, que lo dejó bastante aturdido, pero aprovechó a girar con su cola extendía. Como su cola mide tres metros por si sola, era capaz de alcanzar a bastantes personas de esta manera. Le dio un buen corte de pelo a uno de los presentes. Iyiring se salvó por los pelos de ser herido por esta. Después se levantó y trato de hacer espacio entre él y la diata.
   -¡Iyiring, el tridente! – Grite yo, lanzándole el tridente desde afuera.
    Lamentablemente no alcanzó a comprender el grito antes de que la diata recuperara el tridente con su boca, pero el diablillo también lo agarró y empezaron cada uno a tirar para quitárselo al otro.
    Pequeñas llamas empezaron a surgir desde las tres puntas. La diata estaba lista otra vez para incendiar el local. Tiro un coletazo directo hacia la cabeza de Iyiring, pero el alcanzo a agarrar su cola en el último momento. Soltó el tridente y se elevó un poco, tirando la cola de la diata hacia arriba. Por culpa del techo, no alcanzo a levantarla, pero logro que se callera de frente y golpeara su hocico contra el piso, soltando el tridente. Se abalanzó sobre este y lo cogió. Apunto a la diata y disparo una poderosa corriente de aire que mando a la diata (junto con una mesa y varias sillas) volando a través de toda la habitación. Supongo que planeaba empujarla por la puerta, pero fallo, y la diata se estrelló contra la pared. Entre tanto la mayoría de los presentes observaban siempre desde la esquina contraria de donde se encontraba la acción y yo había agarrado un gran cuchillo y estaba listo para atacar en el momento justo.
   Iyiring se tiró sobre la diata y agarró su cola, planeando arrastrarla fuera del local, pero esta simplemente la tiró hiriendo las manos de Iyiring. Los diablillos son mortales. Viven un promedio de 300 años, pero son perfectamente mortales y no se recuperan tan rápidamente como nosotros. La diata se disponía a acabarlo con un mordisco mortal, cuando fui y le clave el cuchillo en la espalda. Este apenas logro cortar un poco su dura piel. Realmente no le había hecho mucho daño (Ahora pienso que fue algo bastante estúpido, ese cuchillo de pan no tenía suficiente filo como para hacerle ningún daño a nadie). Se giró y me agarró fuertemente con ambas manos, y luego me azotó contra la pared. Casi perdí el conocimiento en ese punto. Iyiring lo atacó con su propia cola, dándole un buen corte en la cabeza. La cola de un diablillo no es tan larga como la de una diata, y el movimiento lo dejó bastante indefenso, aunque fuera por solo un segundo le dio tiempo a la diata para embestirlo con la cabeza ocupando toda su fuerza. Le enterró sus duros cuernos en su abdomen. Luego utilizó su cola para sacárselo de encima. Estaba gravemente herido.
   Todos los que estaban en el bar se quedaron atónitos. Sabían que tenían que ir a buscar ayuda, pero no se atrevían a salir, por miedo a que la diata los atacara a ellos. La sangre salía a chorros por las heridas de Iyiring
   -¡Si igual no puede hacernos nada! – Se decidió a gritar uno de los presentes – ¡Vamos!
   Eran 5 quienes estaban en el bar (Además de Ishmail, escondido tras la barra, Iyiring y yo), Nacho, Lisa y 3 hombres más. Todos ellos corrieron hacia Iyiring y lo sacaron de ahí. La diata simplemente los miró de reojo, le daba absolutamente igual lo que hicieran con él. Me miró a mí.
   -¡Tu-tu-tu nos arruinaste la vida! – Grito la diata enfurecida. - ¡Te odio!
   Estoy seguro que en ese momento la diata se disponía a sacarme los intestinos con sus colmillos. No estoy seguro de como funcionaria mi recuperación en ese caso, pero probablemente iba a doler, y en ese preciso instante no había nadie que pudiera defenderme. Trate de cubrirme con mis brazos.
    De repente la diata se detuvo. Vi en el interior de su garganta la punta de una flecha. Luego de otra. Sufrió algunos disparos más, y calló sobre mí, con su boca abierta. Apenas me podía mover, pero me encogí en el último instante y la diata clavo sus dientes en la pared sobre mi cabeza. Me escabullí con dificultad por debajo de ella. Tenía varios impactos de flecha en su cabeza. Estaba muerta.
    -Y sirvió de algo al final esta cosa. – Dijo Ishmail, quien estaba parado detrás de mí temblando, con una ballesta en sus manos. No cualquier ballesta, sino que mi ballesta semi-automática.
    -Viste que casi me… ¡Casi me corta la cabeza! – Dije yo, no se me ocurría nada más que decir.
    -Casi te come las tripas, agradéceme algo, je. – Dijo el con una sonrisa. – ¿Y de que se trataba todo eso?  
     En efecto, nadie sabía de qué se trataba todo eso, excepto yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario